
Reseña
Los dioses han previsto que una nueva amenaza esta por cernirse sobre la tierra y han comenzando a a seleccionar a sus seis elegidos para que la defiendan por ellos. Mientras tanto, Gondwana y Laurasia, los dos únicos reinos-continentes que albergan vida en el planeta, están tratando de resolver la problemáticas internas que amenaza con destruir sus sociedades, sin imaginarse lo que les espera.
El primer elegido ya ha sido decidido, un joven mago semi elfo llamado Blazh Castell. Pero antes de que esté pueda empezar su tarea para salvar el mundo, deberá resolver el misterio sobre una rebelión que surgió en Gondwana y su conexión con una serie de desapariciones de magos que han estado ocurriendo.
Una aventura llena de misterios y magia esta por comenzar. ¿Te unes?
El primer elegido ya ha sido decidido, un joven mago semi elfo llamado Blazh Castell. Pero antes de que esté pueda empezar su tarea para salvar el mundo, deberá resolver el misterio sobre una rebelión que surgió en Gondwana y su conexión con una serie de desapariciones de magos que han estado ocurriendo.
Una aventura llena de misterios y magia esta por comenzar. ¿Te unes?
Prólogo
Spoiler:
Hace mucho tiempo existió un único reino y continente llamado Pangea, donde todas las clases de criaturas, mágicas o no, convivían en armonía protegidos por las divinidades. Son muchas las historias que se cuentan sobre este tiempo de paz, todas muy diversas y cada una más sorprendente que la otra; sin embargo todas tienen dos cosas en común que por más que pase de boca en boca y sean víctima del tiempo nunca cambian: La primera es que era una sociedad utópica y más avanzada que cualquier reino en la actualidad; la otra es que sufrió un desafortunado destino por jugar con fuerzas que iban más allá de su compresión
Este reino se atrevió a jugar con una de las dos fuerzas que rigen al mundo: El Pandemónium, la morada de los demonios y refugio de las criaturas más crueles que alguna vez pisaron el mundo. La otra fuerza, para que sepan, es el Pantheon, la tierra prometida para las almas bondadosas y en la que conviven los dioses. Estos dos sitios otorgan y regulan con su energía la vida en el planeta tierra y está no sería sustentable si no tiene a alguna de las dos. Sin embargo, a pesar de ser necesarias para la existencia, en el Pandemónium, como ya imaginaran, sólo existen seres malévolos que quiere dominar todo plano existencial.
Si lo desconocen, aparte de sustentar la vida del planeta, estás dimensiones también otorgan con su energía a los magos, quienes tienen la capacidad de extraerla del Nihil (la nada misma, donde sólo hay la energía que se fuga del Pandemónium y el Pantheon) y aplicarla en el mundo real. Era conocido que el mago que pudiera sacar su energía directamente del Pantheon o el Pandemónium tendría poderes que iban más allá de toda compresión; sin embargo sacar energía del Pantheon no era posible sin el consentimiento de los dioses, quienes solo otorgaban su poder a los seres que consideraban completamente puros (los cuales podrían contarlos con los dedos de sus manos), estos magos se les conocía bajo el nombre de hechicero. Lamentablemente todo lo contrario pasaba con el Pandemónium cuyas puertas estaban abiertas para cualquiera que quisiera entrar a gozar de su poderío... pero a un alto precio: El mago que extrajera sus energías del Pandemónium entregaría su alma por completo a los demonios, para que estos se residenciaran ahí y se alimentara lentamente de ella hasta convertirlos en meros caparazones sin sentimientos que podían manipular con facilidad. Para evitar quedar vacios de almas y caer en la manipulación completa de los demonios, estos magos despiadados (a los que se les conocía como brujos) roban la energía vital de otra criatura hasta dejarla completamente muerta, de manera que sirvan como alimento para los demonios en su interior.
Pero me estoy apartando mucho del tema, y lo lamento profundamente, así que continuo donde lo deje: Los altos mandatases del Pangea se atrevieron a jugar con las fuerzas del Pandemónium sin saber las consecuencias atroces que ello conllevaría. Haciendo uso del intelecto de sus investigadores y de la poderosa magia de sus magos, crearon una maquina en una isla desértica de los alrededores de Pangea. Esta era la Puerta de los Flujos, cuyo único propósito era abrir un portal al Pandemónium y extraer energía de esté para luego materializarla en el plano real, de forma física o liquida, y utilizarla como material energético para mejorar la vida del reino.
Desgraciadamente, no todo resulto como la gente de Pangea esperaba. En el instante que encendieron la maquina, todo se hizo un caos. Muchas criaturas de aspecto indescriptibles y de tamaños colosales comenzaron a salir por la Puerta de los Flujos apenas fue encendida y a destruyeron todo lo que había en su paso... esas bestias no eran otros más que los mismísimos demonios. Ese fue el día, de los muchos por venir, en el que cielo se tiño de rojo y todo se oscureció por completo.
Una guerra se inicio por parte de los habitantes de la Pangea para poder sobrevivir, pero su poder era superado por creces por las fuerzas demoniacas a las que se habían sumado, para colmo, muchos brujos renegados. Los demonios estaban por extinguir la vida en la tierra cuando los dioses al ya no poder resistir ver su creación ser destruida fueron a su ayuda.
Al no poder intervenir directamente en los asuntos del planeta, era una cuestión que pautaron al momento de crearlo, las divinidades mandaron a un hechicero (uno de los primeros en existencia) que había peleado con valor contra las fuerzas del mal, a buscar a seis criaturas, que a pesar no sor puros, habían elegido como sus heraldos para defender la vida. El hechicero busco por mucho tiempo hasta que reunió a todos los elegidos: Un elfo, un humano, un enano, una sirena, un orco y un dragón y los presento ante los creadores. Esto felices, volvieron a pedir un favor más al hechicero: que entregara su cuerpo para crear a base de él, seis armas.
El Arco para el elfo, por su agilidad y precisión.
El báculo para el humano, para canalizar mejor su magia.
Los guantes para el enano, para aumentar su poder físico.
La espada para el Orco, para que cortara todo en su camino
Y el cañón para el dragón, para que su magia pudiera destruir montañas-
Estas armas, las más poderosas que jamás existirán, sólo podrían ser empuñadas únicamente por los elegidos a las que se le otorgo y sólo cuando la tierra corriera un peligro verdadero. Con estas herramientas a su disposición los guerreros hicieron retroceder al mal que los acechaba y le regresó la paz a la tierra.
Viendo las consecuencias de los actos de sus criaturas, los dioses tomaron una decisión: Para que no volviera a ocurrir lo mismo, borraron de la memoria de todos los seres vivos lo ocurrido (menos de los elegidos de manera que estos pudieran trasmitir lo sucedido como un cuento) y sembraron un profundo odio en el corazón de los magos y no magos sobrevivientes para que separaran en dos grandes reinos. Sin embargo sin querer pecar de ilusos, como medida de precaución escondieron las armas para que, de ser necesario, una nueva suerte de elegidos las encontrara y defendieran al mundo con ellas en caso de que un peligro similar volviera a ocurrir.
Han pasado muchos siglos desde que todo esto ocurrió y en la actualidad se viven tiempos difíciles y de tensión entre los dos reinos fundados tras la catástrofe, pero si lo comparamos con los días por venir... todo resulta muy pacifico.
Los dioses han presagiado un nuevo peligro, una nueva amenaza, aún más devastadora que la anterior, y han comenzado a mover los hilos para reunir a unos nuevos elegidos que protegerán a su creación. Dos civilizaciones distraídas por los problemas que los acosan, son desconocedoras del destino que les aguarda y emprenden una odisea hacia un futuro incierto.
Ahora tú, que estás aquí... ¿Quieres quedarte junto a mí y los elegidos para descubrir los secretos que ocultan esta aventura? Así podrán contar la nueva leyenda que esta por formarse a las próximas generaciones, como estoy haciendo ahora con ustedes.
Pero quien sabe.
Tal vez ni siquiera sobrevivamos para contar ninguna historia más.
Este reino se atrevió a jugar con una de las dos fuerzas que rigen al mundo: El Pandemónium, la morada de los demonios y refugio de las criaturas más crueles que alguna vez pisaron el mundo. La otra fuerza, para que sepan, es el Pantheon, la tierra prometida para las almas bondadosas y en la que conviven los dioses. Estos dos sitios otorgan y regulan con su energía la vida en el planeta tierra y está no sería sustentable si no tiene a alguna de las dos. Sin embargo, a pesar de ser necesarias para la existencia, en el Pandemónium, como ya imaginaran, sólo existen seres malévolos que quiere dominar todo plano existencial.
Si lo desconocen, aparte de sustentar la vida del planeta, estás dimensiones también otorgan con su energía a los magos, quienes tienen la capacidad de extraerla del Nihil (la nada misma, donde sólo hay la energía que se fuga del Pandemónium y el Pantheon) y aplicarla en el mundo real. Era conocido que el mago que pudiera sacar su energía directamente del Pantheon o el Pandemónium tendría poderes que iban más allá de toda compresión; sin embargo sacar energía del Pantheon no era posible sin el consentimiento de los dioses, quienes solo otorgaban su poder a los seres que consideraban completamente puros (los cuales podrían contarlos con los dedos de sus manos), estos magos se les conocía bajo el nombre de hechicero. Lamentablemente todo lo contrario pasaba con el Pandemónium cuyas puertas estaban abiertas para cualquiera que quisiera entrar a gozar de su poderío... pero a un alto precio: El mago que extrajera sus energías del Pandemónium entregaría su alma por completo a los demonios, para que estos se residenciaran ahí y se alimentara lentamente de ella hasta convertirlos en meros caparazones sin sentimientos que podían manipular con facilidad. Para evitar quedar vacios de almas y caer en la manipulación completa de los demonios, estos magos despiadados (a los que se les conocía como brujos) roban la energía vital de otra criatura hasta dejarla completamente muerta, de manera que sirvan como alimento para los demonios en su interior.
Pero me estoy apartando mucho del tema, y lo lamento profundamente, así que continuo donde lo deje: Los altos mandatases del Pangea se atrevieron a jugar con las fuerzas del Pandemónium sin saber las consecuencias atroces que ello conllevaría. Haciendo uso del intelecto de sus investigadores y de la poderosa magia de sus magos, crearon una maquina en una isla desértica de los alrededores de Pangea. Esta era la Puerta de los Flujos, cuyo único propósito era abrir un portal al Pandemónium y extraer energía de esté para luego materializarla en el plano real, de forma física o liquida, y utilizarla como material energético para mejorar la vida del reino.
Desgraciadamente, no todo resulto como la gente de Pangea esperaba. En el instante que encendieron la maquina, todo se hizo un caos. Muchas criaturas de aspecto indescriptibles y de tamaños colosales comenzaron a salir por la Puerta de los Flujos apenas fue encendida y a destruyeron todo lo que había en su paso... esas bestias no eran otros más que los mismísimos demonios. Ese fue el día, de los muchos por venir, en el que cielo se tiño de rojo y todo se oscureció por completo.
Una guerra se inicio por parte de los habitantes de la Pangea para poder sobrevivir, pero su poder era superado por creces por las fuerzas demoniacas a las que se habían sumado, para colmo, muchos brujos renegados. Los demonios estaban por extinguir la vida en la tierra cuando los dioses al ya no poder resistir ver su creación ser destruida fueron a su ayuda.
Al no poder intervenir directamente en los asuntos del planeta, era una cuestión que pautaron al momento de crearlo, las divinidades mandaron a un hechicero (uno de los primeros en existencia) que había peleado con valor contra las fuerzas del mal, a buscar a seis criaturas, que a pesar no sor puros, habían elegido como sus heraldos para defender la vida. El hechicero busco por mucho tiempo hasta que reunió a todos los elegidos: Un elfo, un humano, un enano, una sirena, un orco y un dragón y los presento ante los creadores. Esto felices, volvieron a pedir un favor más al hechicero: que entregara su cuerpo para crear a base de él, seis armas.
El Arco para el elfo, por su agilidad y precisión.
El báculo para el humano, para canalizar mejor su magia.
Los guantes para el enano, para aumentar su poder físico.
La espada para el Orco, para que cortara todo en su camino
Y el cañón para el dragón, para que su magia pudiera destruir montañas-
Estas armas, las más poderosas que jamás existirán, sólo podrían ser empuñadas únicamente por los elegidos a las que se le otorgo y sólo cuando la tierra corriera un peligro verdadero. Con estas herramientas a su disposición los guerreros hicieron retroceder al mal que los acechaba y le regresó la paz a la tierra.
Viendo las consecuencias de los actos de sus criaturas, los dioses tomaron una decisión: Para que no volviera a ocurrir lo mismo, borraron de la memoria de todos los seres vivos lo ocurrido (menos de los elegidos de manera que estos pudieran trasmitir lo sucedido como un cuento) y sembraron un profundo odio en el corazón de los magos y no magos sobrevivientes para que separaran en dos grandes reinos. Sin embargo sin querer pecar de ilusos, como medida de precaución escondieron las armas para que, de ser necesario, una nueva suerte de elegidos las encontrara y defendieran al mundo con ellas en caso de que un peligro similar volviera a ocurrir.
Han pasado muchos siglos desde que todo esto ocurrió y en la actualidad se viven tiempos difíciles y de tensión entre los dos reinos fundados tras la catástrofe, pero si lo comparamos con los días por venir... todo resulta muy pacifico.
Los dioses han presagiado un nuevo peligro, una nueva amenaza, aún más devastadora que la anterior, y han comenzado a mover los hilos para reunir a unos nuevos elegidos que protegerán a su creación. Dos civilizaciones distraídas por los problemas que los acosan, son desconocedoras del destino que les aguarda y emprenden una odisea hacia un futuro incierto.
Ahora tú, que estás aquí... ¿Quieres quedarte junto a mí y los elegidos para descubrir los secretos que ocultan esta aventura? Así podrán contar la nueva leyenda que esta por formarse a las próximas generaciones, como estoy haciendo ahora con ustedes.
Pero quien sabe.
Tal vez ni siquiera sobrevivamos para contar ninguna historia más.
Capitulo I: Magos y Gaps.
Spoiler:
La mañana era fría, la más fría que Blazh pudiera recordar haber vivido desde hace mucho tiempo y eso era algo que no le gustaba; tal vez se debía porque por sus venas corría sangre de elfo, los cuales detestaban los climas gélido. No estaba totalmente seguro, lo único que sabía con seguridad es que quería que la corte climática de magos se hiciera cargo de hacer el día más cálido.
Blazh era un muchacho de dieciséis años, un hibrido entre humano y elfo, con una estatura de un metro ochenta y físico corpulento propio de un humano y con una piel pálida típica de su familia elfica al igual que su largo cabello castaño lacio que le caía cerca de los hombros. Sus orejas eran lo más humanas posibles, chicas y sin una punta afilada, al igual que sus ojos marrones no tenían nada de especial comparados con los destellantes ojos azulados de sus parientes elfos.
Ser un semi elfo era algo totalmente inusual en la época actual que vivía el gran reino de Gondwana, ya casi los elfos no trataban con las demás especies y vivían ocultos en las profundidades del bosque sin fin. Sin embargo Blazh era una de las pocas excepciones a la regla y a la vez uno de los muchos semi elfos entre esos pocos que habían nacido por una unión forzada.
Finalmente cuando el clima se volvió más cálido Blazh decidió comenzar con su rutina diaria. Primero tomó una larga ducha de agua caliente y luego se vistió con una camiseta y un pantalón de lino negro para salir a ejercitar al patio de su mansión; aunque decir patio era ridiculizar a la inmensa aérea libre de la que gozaba, pues tenía un espacio de cuatro kilómetros cuadrados, era tan grande que incluso poseía un pequeño bosque y un riachuelo donde habitualmente Blazh solía pasar la mayor parte de su tiempo.
Mientras andaba por los extensos pasillos de su mansión, pintados de blancos y decorados con muchísimos cuadros, el semi elfo se cruzó con varios de sus sirvientes Gaps que le brindaban distintos servicios, algunos eran cosas comunes como ofrecerle el desayuno, pero otros resultaban tan extraños como invitarlo a llevarlo cargado a donde deseara. Blazh estaba acostumbrado a todo ello, por más raro que fueran algunos de los favores que le ofrecían y la mayorías de la veces solía rechazarlos. No era por menospreciar a los Gaps, pero le gustaba valerse por sí mismo, además sabía que ya esos pobres seres tenían suficiente con el maltrato que les proporcionaba su padre.
Si no saben, los Gaps no son más que seres que no poseen magia. Gran parte de ellos suelen ser ogros, orcos, enanos, algunos humanos y muchas criaturas más que son empleadas como esclavos por los magos. La mayoría suele habitar en otro reino, enemigo de Gondwana, conocido como Laurasia, pero luego de la Gran Guerra de Pangea muchos de estas criaturas quedaron a la merced de Gondwana y fueron esclavizadas.
A las fueras de su imponente mansión, de tres pisos de alto y casi ochenta metros de largo Blazh apretó el paso y comenzó a correr hacía el bosque que se veía a los lejos; todo pasaba como un pequeño manchón que dejaba atrás con gran rapidez; apenas pudo divisar la gigantesca fuente que adornaba su colorido jardín de flores cuando paso por su lado y no se habría percatado, más adelante, que había pasado por sus establos si no hubiera escuchado el rugido de sus quimeras y caballos. Blazh era muy rápido, más de lo que cualquier elfo o humano podrían serlo normalmente y eso se debía a que en esos momentos estaba usando su magia para fortalecer sus piernas y hacerse más ligero. Solo un mago de su misma clase podría igualar su velocidad, o incluso superarla, con mucha facilidad.
Para los que no saben los magos se dividen en cuatro clases: Elementarys, Bellatorums, Astrals y Tamers. Cada uno tiene cualidades que lo diferencia del resto, los Elementarys son magos que poseen control total sobre los elementos, e incluso algunos logran dominar el clima (estos últimos, la mayoría, suelen pertenecer a la corte climática que modifica el tiempo). Los Bellatorum, a la clase que pertenece Blazh, son los que logran usar la magia para mejorar y modificar todas sus cualidades físicas a niveles sobrehumanos. Por otro lado los Tamers son los que pueden controlar cualquier animal y extraer parte de sus habilidades para sí, así como también transformarse en ellos. Por último los Astrales son los que pueden proyectar su magia en forma de aura para sanar a los demás o inyectar vida en objetos inanimados y poder controlarlos.
En un abrir y cerrar de ojos Blazh ya se encontraba reposando recostado contra un gran árbol de roble refugiándose del sol con la sombra que hacía sus frondosas hojas, solo pequeños rayos de sol se filtraban para iluminar el verdoso césped del claro donde estaba. Muchos otros árboles le rodeaban a Blazh, pero ninguna era tan grande y tan viejo como aquel en todo el bosque, incluso sus raíces sobresalían de la tierra para extenderse a varios metros de distancia y muchos animales tenían sus nidos ahí; todo esto hizo que Blazh, a los diez años, lo bautizara como el Árbol Lifa, porque era el que el nutría toda la vida del bosque.
Luego de descansar un rato el semi elfo hizo algo de ejercicio, primero realizo varias flexiones, luego trepo por el Árbol Lifa para ejecutar algunas barras en su rama más resistente y al terminar con eso hizo algunos ejercicios de piernas y abdominales; no parecía la gran rutina, pero era suficiente para mantener a Blazh en la buena forma que lo caracterizaba. Cuando termino con sus ejercicios troto lentamente hacía el riachuelo cercano para tomar un baño.
Al aproximarse un poco al riachuelo, Blazh se percató de que alguien estaba dentro nadando; antes de que la otra persona notara su presencia se escondió detrás de un árbol y sacó un poco la cabeza solo para ver quien estaba en las propiedades de su familia. Lo primero que vio fue una bata larga y negra, como la que usaban sus mucamas, junto a un par de prendas femeninas colgando de un roble cercano. Blazh no pudo evitar sonrojarse al saber que era una de sus sirvientas las que estaba bañándose ahí ¿pero cuál? Movido por la curiosidad y algo de morbo, se acercó sigilosamente a otro árbol más cercano para ver mejor.
Aún cuando estaba más cercano al riachuelo, Blazh no podía distinguir quién era la que estaba allí nadando; quiso acercarse más pero sabía que sería peligroso, así que decidió esperar. Luego de unos minutos que le resultaron interminables, la presunta desconocida salió del riachuelo; el joven semi elfo tuvo que sostenerse la mandíbula para que no se le cayera por la sorpresa.
La muchacha que presenciaban sus ojos era Aalis, una de las esclavas Gaps más jóvenes de la familia. Tenía un cuerpo atlético bien marcado y proporcionado, más de lo que Blazh pudiera haberse imaginado alguna vez. Sus ojos plateados relucían sobre su blanquecina piel y hacían combinación con su cabello azulado que caía en cascada hasta su espalda. Era una chica hermosa, no cabía duda y Blazh no podía entender como una mujer tan hermosa podía ser una esclava.
—Disculpe joven amo… ¿le puedo servir para algo? —le sorprendió una fina, pero firme voz; Blazh tuvo que contener un pequeño grito y sintió como su corazón casi se le escapaba del pecho. Cuando pasó el susto se fijo que la voz provenía de Aalis que estaba a pocos metros suyos cubriéndose con su bata y con cara de pocos amigos— Si no, le agradecería, y discúlpeme si sueno ofensiva, que deje de espiarme y me permita un minuto para vestirme.
—Eh… —Blazh no podía ordenar sus pensamientos correctamente y tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para pronunciar cada palabra — No, no, Aalis, solo vine a nadar un rato. No era mi intención espiarte, ya me retiro… disculpa mi atrevimiento —dijo sintiendo como sus orejas se calentaban y no dudaba de que sus cachetes habían enrojecido.
—Joven Blazh… No le diga a su padre sobre esto, por favor, o me metería en un grave problema – le suplicó a Aalis sin abandonar su tonó firme y fueron las últimas palabras que logró escuchar Blazh antes de darse la vuelta y emprender marcha a la mansión apenado—
Con la misma rapidez con la que había llegado al bosque, Blazh se retiró a su mansión. Sus pensamientos estaban completamente dispersos en Aalis y lo guapa que es y en cómo había actuado como un idiota frente a ella; sin duda alguna esa no era la actitud que debería tener un amo con su Gaps, pero la verdad no le importaba, Blazh nunca fue del tipo que tratara mal a los demás, cómo lo hacían habitualmente los magos con los Gaps, lo que más le importaba es la opinión que podría tener Aalis de él y si pudiera considerarlo un pervertido ahora.
El estomago le rugió a Blazh mientras entraba su mansión y decidió por un momento dejar el tema de Aalis para enfocarse en comer. Fue a su cocina, una amplia habitación de unos veintes metros cuadrados, pintada de blanco y con un sinfín de gabinetes que albergaba todos los diferentes tipos de comida y utensilios que se pudieran imaginar. El lugar estaba repleto de enanas Gaps que iban de un lado otro haciendo diferentes cosas: desde cocinar, hasta limpiar y ordenar muchas cosas; pero a pesar de lo ocupada que estaban todas, ninguna pasó por alto la presencia de Blazh al entrar a la cocina.
—¡Buenos días Joven amo! —se adelantó a saludarlo una risueña enana, de pelo castaño y ojos marrones, mientras hacía una reverencia. Por su figura regordeta, la vestimenta blanca que llevaba y la forma en la que tenía trenzado su largo cabello castaño, Blazh supo que se trataba de Ruth, la cocinera principal de la familia— ¿En qué le puedo servir? ¿Qué desea desayunar?
—¡Ruth, hola! —fue la vaga respuesta que le dio Blazh, dándole unos golpecitos en la cabeza— no hace falta que seas tan formal conmigo ya lo sabes —se detuvo para sonreír y luego siguió— creo que hoy me provoca comer algo como un omelet ¿qué tal si me ayudas a cocinarlo? Mejor dicho… ¿qué tal si te acompaño mientras lo preparas? Si yo te ayudo, capas término cortándome una mano o envenenando la comida.
Ruth parecía incomoda por la informalidad con que el semi elfo la trataba, más asintió con una sonrisa, rogando en su interior que el señor Rakto no se le ocurriera aparecer por la cocina. Rakto era el padre de Blazh y la pesadilla de todos los esclavos, e incluso de su propia familia, temido por su inmensa crueldad. No era bueno ni, mucho menos, caritativo con nadie y era ampliamente conocido en la sociedad mágica por ser un poderoso mago Elementary, comandante del ejército real y también por la facilidad con la que solía castigar con severidad a sus soldados y esclavos cuando lo desobedecían o faltaban el respeto, y también matar a los que consideraba criminales. No resultaba extraño que Ruth estuviera rogando a los dioses para que ese demonio no estuviera rondando por ahí.
Luego de unos minutos, que parecieron eternos para la enana, Blazh ya estaba gozando de un omelet y un buen trozo de carne en el largo mesón de roble de su comedor adornado con inmensos candelabros de cristal. Cualquiera que no conociera a Blazh deduciría automáticamente por su apariencia que se trataba de un semi elfo bastante educado y con buenos modales para la mesa… que equivocada era esa deducción y que ilusos los que pensaron así; el muchacho comía como un animal hambriento, apenas utilizaba los cubiertos para picar la carne y el omelet, prefiriendo usar sus propias manos. Claro está, eso no lo hacía cuando su padre o su madre, Lyubov, no se encontraran comiendo con él, pues en aquellas circunstancias recordaba que existían modales y normas de éticas que respetar.
Tras terminar de devorar su desayuno, una tímida enana, a la que Blazh no logró reconocer, se acerco a su mesa para retirar sus platos y para darle un recado de su madre: Lo estaba esperando en la sala de estar para hablar con él algo urgente. El muchacho no dudo ni un segundo y fue directo hacia su madre.
La sala de estar era un espacio amplio en el que fácilmente cabrían unas doscientas personas con total normalidad. El lugar estaba repleto de pequeñas figuras de cristal, coleccionadas por su madre, con delicados trazos que formaban dragones, duendes, elfos y hombres, colocados sobre finas mesas de caoba y apenas habían algunos muebles donde poder sentarse. En uno de esos pocos muebles, se encontraba sentada Lyubov bajo la luz de un candelabro.
Decir que Lyubov era hermosa le hacía poca justicia. Tenía una estatura impresionante que casi alcanzaba a la de su propio hijo, con un cuerpo que parecía tallado con más delicadezas que las propias figuras de cristal y que resultaba de gocé para la vista de muchos hombres. Sus ojos azules recluían con intensidad sobre su blanca piel blanca, que parecían tan profundos como el propio mar y cualquiera se perdería en ellos con facilidad si no fuera porque su largo cabello rubio, que tapabas sus puntiagudas orejas y le caía hasta las rodillas, relucían como el oro sobre ellos y le robaban la atención.
—Al fin has llegado hijo mío, pensé que tendría que irme sin verte —le dijo su madre con un tono delicado que parecía el cantico de una sirena —
—Lo siento madre no era mi intención hacerte esperar... pero dime ¿para que me necesitabas, a donde vas? —le preguntó un poco preocupado—
—Tengo que partir a las tierras de mis hermanos elfos, Blazh, fui convocada por mi padre a una reunión del consejo —Lyubov se levantó del sofá y fue hasta una de las estanterías que tenía un muñeco de cristal con forma de elfo y lo levanto. En el reflejo de la figurita se podía apreciar su inmensa preocupación—
—¿Una reunión del consejo, ha pasado algo grave allá en las tierras elficas? Tengo entendido que ellos no se reúnen al menos que sea algo importante.
—No, afortunadamente no ha pasado nada. Pero los elfos están preocupados por lo que está ocurriendo aquí, en Gondwana. Quieren tomar medidas antes de que el mismo mal los aceche también.
Blazh se quedó callado un momento mientras veía como su madre jugaba con otra figurilla, esta vez la de un dragón. Estaba pensando sobre lo que le decía, pero sin encontrar mucha conexión en el tema, era imposible que a los elfos le acechara el mismo mal que a ellos.
—¿Hablas los secuestros, no? —preguntó Blazh por fin— ¡Pero es imposible! Todos sabemos que los secuestros son causa de los Rebeldes Gaps y los elfos no tienen ni un solo esclavo, es imposible que los ataquen a ellos también.
Los Rebeldes son un grupo secreto de Gaps que trabajan desde las sombras y que luchan para liberarse de la opresión de los magos, para regresar a Laurasia. Desde hace unas semanas, cuando comenzaron las desapariciones de magos, el reino les culpo a ellos por estos.
—Lo mismo pensé hijo mío, sin embargo, los sabios videntes nunca llaman a consejo si de verdad no es un asunto importante —Lyubov dejó la figurilla en su lugar y comenzó a caminar hacia su hijo— De todas maneras, nunca lo sabremos si asisto al consejo, y debo irme ahora mismo si quiero llegar a tiempo.
—¡Déjame acompañarte! —le gritó Blazh emocionado. Siempre quiso conocer la ciudad de los elfos y está era un oportunidad única. Además, le interesaba conocer las razones para realizar consejo—
—Lo siento, Blazh, sabes muy bien que no puedes acompañarme. Lastimosamente mis hermanos elfos no reciben muy bien a los mestizos como tú, será mejor que te quedes aquí.
Blazh se quedó callado, sabía que tenía razón en lo que decía. Los elfos no soportaban a los semi elfos, por alguna razón que él desconocía totalmente.
—No te sientas mal. Sé que algún día tendrás la oportunidad de ir a la ciudad de mi familia ¬—le consoló su madre— esta vez no es esa oportunidad, lo siento. La situación tampoco se presta para que vaya un visitante, entiéndelo.
—Lo comprendo, madre, pero prométeme que te cuidaras en tu viaje.
—No te preocupes por eso. Tu padre ya me ha preparado unos escoltas para que me acompañen hasta las afueras del reino elfico, no corro peligro alguno —le contestó, pero parecía más preocupada por tener seguridad que alivio— Pero más importante. Hazme una promesa tú. No dejes que tu padre abuse de los Gaps, cuídalos mientras yo no esté… y cuídate tú también, por favor, no provoques más de la cuenta a Ratko. Tampoco te arriesgues a salir muy tarde, ten cuidado con algún desconocido y recuerda bañarte…
—¡Ya, ya! Entendí mamá, no creas que soy un niño, sé que debo cuidarme —se quejo Blazh con un tono bastante infantil— Por otro lado… haré todo lo posible por cuidar a los Gaps—
—Entonces supongo que todo estará bien en mi ausencia, confió en ti. —Lyubov lo abrazó con una fuerza con la que jamás lo había hecho y él le respondió de igual manera, sin tratar de lastimarla. No hubo más palabras, la calidez del abrazo transmitía todo los sentimientos de madre e hijo—
Lyubov fue la primera en salir de la habitación, para luego irse a su viaje. Blazh se quedo un rato más ahí, observando con preocupación la figurilla de cristal de una mujer elfo que parecía estar agrietándose.
Blazh era un muchacho de dieciséis años, un hibrido entre humano y elfo, con una estatura de un metro ochenta y físico corpulento propio de un humano y con una piel pálida típica de su familia elfica al igual que su largo cabello castaño lacio que le caía cerca de los hombros. Sus orejas eran lo más humanas posibles, chicas y sin una punta afilada, al igual que sus ojos marrones no tenían nada de especial comparados con los destellantes ojos azulados de sus parientes elfos.
Ser un semi elfo era algo totalmente inusual en la época actual que vivía el gran reino de Gondwana, ya casi los elfos no trataban con las demás especies y vivían ocultos en las profundidades del bosque sin fin. Sin embargo Blazh era una de las pocas excepciones a la regla y a la vez uno de los muchos semi elfos entre esos pocos que habían nacido por una unión forzada.
Finalmente cuando el clima se volvió más cálido Blazh decidió comenzar con su rutina diaria. Primero tomó una larga ducha de agua caliente y luego se vistió con una camiseta y un pantalón de lino negro para salir a ejercitar al patio de su mansión; aunque decir patio era ridiculizar a la inmensa aérea libre de la que gozaba, pues tenía un espacio de cuatro kilómetros cuadrados, era tan grande que incluso poseía un pequeño bosque y un riachuelo donde habitualmente Blazh solía pasar la mayor parte de su tiempo.
Mientras andaba por los extensos pasillos de su mansión, pintados de blancos y decorados con muchísimos cuadros, el semi elfo se cruzó con varios de sus sirvientes Gaps que le brindaban distintos servicios, algunos eran cosas comunes como ofrecerle el desayuno, pero otros resultaban tan extraños como invitarlo a llevarlo cargado a donde deseara. Blazh estaba acostumbrado a todo ello, por más raro que fueran algunos de los favores que le ofrecían y la mayorías de la veces solía rechazarlos. No era por menospreciar a los Gaps, pero le gustaba valerse por sí mismo, además sabía que ya esos pobres seres tenían suficiente con el maltrato que les proporcionaba su padre.
Si no saben, los Gaps no son más que seres que no poseen magia. Gran parte de ellos suelen ser ogros, orcos, enanos, algunos humanos y muchas criaturas más que son empleadas como esclavos por los magos. La mayoría suele habitar en otro reino, enemigo de Gondwana, conocido como Laurasia, pero luego de la Gran Guerra de Pangea muchos de estas criaturas quedaron a la merced de Gondwana y fueron esclavizadas.
A las fueras de su imponente mansión, de tres pisos de alto y casi ochenta metros de largo Blazh apretó el paso y comenzó a correr hacía el bosque que se veía a los lejos; todo pasaba como un pequeño manchón que dejaba atrás con gran rapidez; apenas pudo divisar la gigantesca fuente que adornaba su colorido jardín de flores cuando paso por su lado y no se habría percatado, más adelante, que había pasado por sus establos si no hubiera escuchado el rugido de sus quimeras y caballos. Blazh era muy rápido, más de lo que cualquier elfo o humano podrían serlo normalmente y eso se debía a que en esos momentos estaba usando su magia para fortalecer sus piernas y hacerse más ligero. Solo un mago de su misma clase podría igualar su velocidad, o incluso superarla, con mucha facilidad.
Para los que no saben los magos se dividen en cuatro clases: Elementarys, Bellatorums, Astrals y Tamers. Cada uno tiene cualidades que lo diferencia del resto, los Elementarys son magos que poseen control total sobre los elementos, e incluso algunos logran dominar el clima (estos últimos, la mayoría, suelen pertenecer a la corte climática que modifica el tiempo). Los Bellatorum, a la clase que pertenece Blazh, son los que logran usar la magia para mejorar y modificar todas sus cualidades físicas a niveles sobrehumanos. Por otro lado los Tamers son los que pueden controlar cualquier animal y extraer parte de sus habilidades para sí, así como también transformarse en ellos. Por último los Astrales son los que pueden proyectar su magia en forma de aura para sanar a los demás o inyectar vida en objetos inanimados y poder controlarlos.
En un abrir y cerrar de ojos Blazh ya se encontraba reposando recostado contra un gran árbol de roble refugiándose del sol con la sombra que hacía sus frondosas hojas, solo pequeños rayos de sol se filtraban para iluminar el verdoso césped del claro donde estaba. Muchos otros árboles le rodeaban a Blazh, pero ninguna era tan grande y tan viejo como aquel en todo el bosque, incluso sus raíces sobresalían de la tierra para extenderse a varios metros de distancia y muchos animales tenían sus nidos ahí; todo esto hizo que Blazh, a los diez años, lo bautizara como el Árbol Lifa, porque era el que el nutría toda la vida del bosque.
Luego de descansar un rato el semi elfo hizo algo de ejercicio, primero realizo varias flexiones, luego trepo por el Árbol Lifa para ejecutar algunas barras en su rama más resistente y al terminar con eso hizo algunos ejercicios de piernas y abdominales; no parecía la gran rutina, pero era suficiente para mantener a Blazh en la buena forma que lo caracterizaba. Cuando termino con sus ejercicios troto lentamente hacía el riachuelo cercano para tomar un baño.
Al aproximarse un poco al riachuelo, Blazh se percató de que alguien estaba dentro nadando; antes de que la otra persona notara su presencia se escondió detrás de un árbol y sacó un poco la cabeza solo para ver quien estaba en las propiedades de su familia. Lo primero que vio fue una bata larga y negra, como la que usaban sus mucamas, junto a un par de prendas femeninas colgando de un roble cercano. Blazh no pudo evitar sonrojarse al saber que era una de sus sirvientas las que estaba bañándose ahí ¿pero cuál? Movido por la curiosidad y algo de morbo, se acercó sigilosamente a otro árbol más cercano para ver mejor.
Aún cuando estaba más cercano al riachuelo, Blazh no podía distinguir quién era la que estaba allí nadando; quiso acercarse más pero sabía que sería peligroso, así que decidió esperar. Luego de unos minutos que le resultaron interminables, la presunta desconocida salió del riachuelo; el joven semi elfo tuvo que sostenerse la mandíbula para que no se le cayera por la sorpresa.
La muchacha que presenciaban sus ojos era Aalis, una de las esclavas Gaps más jóvenes de la familia. Tenía un cuerpo atlético bien marcado y proporcionado, más de lo que Blazh pudiera haberse imaginado alguna vez. Sus ojos plateados relucían sobre su blanquecina piel y hacían combinación con su cabello azulado que caía en cascada hasta su espalda. Era una chica hermosa, no cabía duda y Blazh no podía entender como una mujer tan hermosa podía ser una esclava.
—Disculpe joven amo… ¿le puedo servir para algo? —le sorprendió una fina, pero firme voz; Blazh tuvo que contener un pequeño grito y sintió como su corazón casi se le escapaba del pecho. Cuando pasó el susto se fijo que la voz provenía de Aalis que estaba a pocos metros suyos cubriéndose con su bata y con cara de pocos amigos— Si no, le agradecería, y discúlpeme si sueno ofensiva, que deje de espiarme y me permita un minuto para vestirme.
—Eh… —Blazh no podía ordenar sus pensamientos correctamente y tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para pronunciar cada palabra — No, no, Aalis, solo vine a nadar un rato. No era mi intención espiarte, ya me retiro… disculpa mi atrevimiento —dijo sintiendo como sus orejas se calentaban y no dudaba de que sus cachetes habían enrojecido.
—Joven Blazh… No le diga a su padre sobre esto, por favor, o me metería en un grave problema – le suplicó a Aalis sin abandonar su tonó firme y fueron las últimas palabras que logró escuchar Blazh antes de darse la vuelta y emprender marcha a la mansión apenado—
Con la misma rapidez con la que había llegado al bosque, Blazh se retiró a su mansión. Sus pensamientos estaban completamente dispersos en Aalis y lo guapa que es y en cómo había actuado como un idiota frente a ella; sin duda alguna esa no era la actitud que debería tener un amo con su Gaps, pero la verdad no le importaba, Blazh nunca fue del tipo que tratara mal a los demás, cómo lo hacían habitualmente los magos con los Gaps, lo que más le importaba es la opinión que podría tener Aalis de él y si pudiera considerarlo un pervertido ahora.
El estomago le rugió a Blazh mientras entraba su mansión y decidió por un momento dejar el tema de Aalis para enfocarse en comer. Fue a su cocina, una amplia habitación de unos veintes metros cuadrados, pintada de blanco y con un sinfín de gabinetes que albergaba todos los diferentes tipos de comida y utensilios que se pudieran imaginar. El lugar estaba repleto de enanas Gaps que iban de un lado otro haciendo diferentes cosas: desde cocinar, hasta limpiar y ordenar muchas cosas; pero a pesar de lo ocupada que estaban todas, ninguna pasó por alto la presencia de Blazh al entrar a la cocina.
—¡Buenos días Joven amo! —se adelantó a saludarlo una risueña enana, de pelo castaño y ojos marrones, mientras hacía una reverencia. Por su figura regordeta, la vestimenta blanca que llevaba y la forma en la que tenía trenzado su largo cabello castaño, Blazh supo que se trataba de Ruth, la cocinera principal de la familia— ¿En qué le puedo servir? ¿Qué desea desayunar?
—¡Ruth, hola! —fue la vaga respuesta que le dio Blazh, dándole unos golpecitos en la cabeza— no hace falta que seas tan formal conmigo ya lo sabes —se detuvo para sonreír y luego siguió— creo que hoy me provoca comer algo como un omelet ¿qué tal si me ayudas a cocinarlo? Mejor dicho… ¿qué tal si te acompaño mientras lo preparas? Si yo te ayudo, capas término cortándome una mano o envenenando la comida.
Ruth parecía incomoda por la informalidad con que el semi elfo la trataba, más asintió con una sonrisa, rogando en su interior que el señor Rakto no se le ocurriera aparecer por la cocina. Rakto era el padre de Blazh y la pesadilla de todos los esclavos, e incluso de su propia familia, temido por su inmensa crueldad. No era bueno ni, mucho menos, caritativo con nadie y era ampliamente conocido en la sociedad mágica por ser un poderoso mago Elementary, comandante del ejército real y también por la facilidad con la que solía castigar con severidad a sus soldados y esclavos cuando lo desobedecían o faltaban el respeto, y también matar a los que consideraba criminales. No resultaba extraño que Ruth estuviera rogando a los dioses para que ese demonio no estuviera rondando por ahí.
Luego de unos minutos, que parecieron eternos para la enana, Blazh ya estaba gozando de un omelet y un buen trozo de carne en el largo mesón de roble de su comedor adornado con inmensos candelabros de cristal. Cualquiera que no conociera a Blazh deduciría automáticamente por su apariencia que se trataba de un semi elfo bastante educado y con buenos modales para la mesa… que equivocada era esa deducción y que ilusos los que pensaron así; el muchacho comía como un animal hambriento, apenas utilizaba los cubiertos para picar la carne y el omelet, prefiriendo usar sus propias manos. Claro está, eso no lo hacía cuando su padre o su madre, Lyubov, no se encontraran comiendo con él, pues en aquellas circunstancias recordaba que existían modales y normas de éticas que respetar.
Tras terminar de devorar su desayuno, una tímida enana, a la que Blazh no logró reconocer, se acerco a su mesa para retirar sus platos y para darle un recado de su madre: Lo estaba esperando en la sala de estar para hablar con él algo urgente. El muchacho no dudo ni un segundo y fue directo hacia su madre.
La sala de estar era un espacio amplio en el que fácilmente cabrían unas doscientas personas con total normalidad. El lugar estaba repleto de pequeñas figuras de cristal, coleccionadas por su madre, con delicados trazos que formaban dragones, duendes, elfos y hombres, colocados sobre finas mesas de caoba y apenas habían algunos muebles donde poder sentarse. En uno de esos pocos muebles, se encontraba sentada Lyubov bajo la luz de un candelabro.
Decir que Lyubov era hermosa le hacía poca justicia. Tenía una estatura impresionante que casi alcanzaba a la de su propio hijo, con un cuerpo que parecía tallado con más delicadezas que las propias figuras de cristal y que resultaba de gocé para la vista de muchos hombres. Sus ojos azules recluían con intensidad sobre su blanca piel blanca, que parecían tan profundos como el propio mar y cualquiera se perdería en ellos con facilidad si no fuera porque su largo cabello rubio, que tapabas sus puntiagudas orejas y le caía hasta las rodillas, relucían como el oro sobre ellos y le robaban la atención.
—Al fin has llegado hijo mío, pensé que tendría que irme sin verte —le dijo su madre con un tono delicado que parecía el cantico de una sirena —
—Lo siento madre no era mi intención hacerte esperar... pero dime ¿para que me necesitabas, a donde vas? —le preguntó un poco preocupado—
—Tengo que partir a las tierras de mis hermanos elfos, Blazh, fui convocada por mi padre a una reunión del consejo —Lyubov se levantó del sofá y fue hasta una de las estanterías que tenía un muñeco de cristal con forma de elfo y lo levanto. En el reflejo de la figurita se podía apreciar su inmensa preocupación—
—¿Una reunión del consejo, ha pasado algo grave allá en las tierras elficas? Tengo entendido que ellos no se reúnen al menos que sea algo importante.
—No, afortunadamente no ha pasado nada. Pero los elfos están preocupados por lo que está ocurriendo aquí, en Gondwana. Quieren tomar medidas antes de que el mismo mal los aceche también.
Blazh se quedó callado un momento mientras veía como su madre jugaba con otra figurilla, esta vez la de un dragón. Estaba pensando sobre lo que le decía, pero sin encontrar mucha conexión en el tema, era imposible que a los elfos le acechara el mismo mal que a ellos.
—¿Hablas los secuestros, no? —preguntó Blazh por fin— ¡Pero es imposible! Todos sabemos que los secuestros son causa de los Rebeldes Gaps y los elfos no tienen ni un solo esclavo, es imposible que los ataquen a ellos también.
Los Rebeldes son un grupo secreto de Gaps que trabajan desde las sombras y que luchan para liberarse de la opresión de los magos, para regresar a Laurasia. Desde hace unas semanas, cuando comenzaron las desapariciones de magos, el reino les culpo a ellos por estos.
—Lo mismo pensé hijo mío, sin embargo, los sabios videntes nunca llaman a consejo si de verdad no es un asunto importante —Lyubov dejó la figurilla en su lugar y comenzó a caminar hacia su hijo— De todas maneras, nunca lo sabremos si asisto al consejo, y debo irme ahora mismo si quiero llegar a tiempo.
—¡Déjame acompañarte! —le gritó Blazh emocionado. Siempre quiso conocer la ciudad de los elfos y está era un oportunidad única. Además, le interesaba conocer las razones para realizar consejo—
—Lo siento, Blazh, sabes muy bien que no puedes acompañarme. Lastimosamente mis hermanos elfos no reciben muy bien a los mestizos como tú, será mejor que te quedes aquí.
Blazh se quedó callado, sabía que tenía razón en lo que decía. Los elfos no soportaban a los semi elfos, por alguna razón que él desconocía totalmente.
—No te sientas mal. Sé que algún día tendrás la oportunidad de ir a la ciudad de mi familia ¬—le consoló su madre— esta vez no es esa oportunidad, lo siento. La situación tampoco se presta para que vaya un visitante, entiéndelo.
—Lo comprendo, madre, pero prométeme que te cuidaras en tu viaje.
—No te preocupes por eso. Tu padre ya me ha preparado unos escoltas para que me acompañen hasta las afueras del reino elfico, no corro peligro alguno —le contestó, pero parecía más preocupada por tener seguridad que alivio— Pero más importante. Hazme una promesa tú. No dejes que tu padre abuse de los Gaps, cuídalos mientras yo no esté… y cuídate tú también, por favor, no provoques más de la cuenta a Ratko. Tampoco te arriesgues a salir muy tarde, ten cuidado con algún desconocido y recuerda bañarte…
—¡Ya, ya! Entendí mamá, no creas que soy un niño, sé que debo cuidarme —se quejo Blazh con un tono bastante infantil— Por otro lado… haré todo lo posible por cuidar a los Gaps—
—Entonces supongo que todo estará bien en mi ausencia, confió en ti. —Lyubov lo abrazó con una fuerza con la que jamás lo había hecho y él le respondió de igual manera, sin tratar de lastimarla. No hubo más palabras, la calidez del abrazo transmitía todo los sentimientos de madre e hijo—
Lyubov fue la primera en salir de la habitación, para luego irse a su viaje. Blazh se quedo un rato más ahí, observando con preocupación la figurilla de cristal de una mujer elfo que parecía estar agrietándose.
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